
El estómago no solo cumple una función digestiva, sino que también está profundamente ligado a nuestras emociones. Los problemas estomacales pueden reflejar dificultades en la gestión del mundo material, como preocupaciones económicas, profesionales o afectivas.
Cuando el estómago nos da problemas, puede ser una señal de que estamos "rumiando" demasiado, es decir, dándole muchas vueltas a los acontecimientos de manera obsesiva. Este órgano está vinculado a la supervivencia, el afecto y la recompensa, por lo que situaciones de pérdida, separación o tensión pueden manifestarse en forma de molestias digestivas.
Además, el estrés y la ansiedad pueden afectar directamente la función digestiva, generando síntomas como gastritis, úlceras o síndrome del intestino irritable. La conexión entre el cerebro y el intestino es tan fuerte que el estómago se considera un "segundo cerebro", capaz de reflejar nuestro bienestar emocional.
Si experimentas problemas estomacales recurrentes, puede ser útil reflexionar sobre qué emociones o situaciones te resultan difíciles de "digerir". ¿Hay algo que te preocupa constantemente? ¿Sientes que no puedes aceptar ciertas circunstancias? Explorar estas cuestiones puede ayudarte a encontrar alivio.
¿Te gustaría conocer estrategias para manejar mejor estas emociones y mejorar tu bienestar digestivo?
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